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Un chester al final de la sala, que será el improvisado plató de esta receta, un mural con personalidad propia del diseñador italiano Lorenzo de Grandis y que se ha convertido en el rincón más fotografiado del local, ladrillo visto, mobiliario vintage por doquier y cientos de rincones que respiran estilo propio, dan como resultado un entorno fresco, dinámico, cambiante y en el que, si coincide, te acompaña música en directo.

Son dos los socios y amigos que respaldan el restaurante Plato Plató,  su piel y manos, Manuel Nieto y Manuel Labella en los fogones de esta nota discordante en un barrio tradicional como es Felipe II, a la vera del parque de María Luisa. El equipo lo forman doce personas.

Y para comer, una carta a dos manos. Nieto y Labella se conocieron en las cocinas de otra empresa, y ya comenzaron a forjar la idea que os estamos presentando. Tienen claro que, aunque se trate de un gastrobar, de su carta no van a desaparecer tapas populares como la ensaladilla rusa o las croquetas, eso sí, les dan su toque personal, hacen converger lo tradicional y lo innovador. Siempre con materias primas frescas, para tener un resultado que a nadie deja indiferente.

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Además, el nombre del bar no es casual, resulta que el local dispone de un plató donde ambos chefs graban en vídeo las recetas que ofrecen en la carta para luego publicarlo en YouTube. Además, quieren responder a las dudas de todos los clientes, experimentar con recetas nuevas y propuestas de todo tipo, para, en breve, subirlas a la red social. (Aquí el origen de esta idea: Las recetas de mi Nieto).

Plato Plató se ha convertido en “una bonita locura”, con las mesas llenas,  música en directo, la comida de siempre con un toque diferente, y alguna que otra idea para seguir creciendo. Este rincón viste de diseño los cinco sentidos: el gusto, olfato y tacto con la comida que ofrecen, el oído con música en directo, y la vista con los vídeos de sus tapas y propuestas.